– Mi hija nunca me hace caso, le tengo que repetir las cosas mil veces y ni siquiera así. Al final me tengo que acabar enfadando y ella se coge una rabieta.
– Estoy desperado, mi niño llora constantemente, en medio de la calle, en el supermercado… Y cuando trato que se calle la cosa sólo va a peor…
No son transcripciones literales de pacientes míos, pero podrían serlo. Este tipo de frase y de pensamiento predomina, sobre todo, entre los padres con niños entre el año y medio y los tres. La famosa rabieta y los “terrible twos” (el periodo que va entre los 2 y los 3 años) hacen mella en las familias, y la mala noticia es que tiene que ser así. La buena es que hay estrategias para manejar la situación de manera positiva.
ENTENDER LO QUE PASA
Meghan Leahey, coach familiar y madre de tres niñas, lo explica así “¿Por qué no coopera tu dulce niña inmediatamente y te obedece en cada momento? Bueno, los niños de 2 años no están diseñados para eso. Si coges cualquier libro sobre el desarrollo infantil, veréis que los niños en edad pre-escolar tienen sus ideas propias, no están interesados en lo que les propones y están diseñados para continuar haciendo algo hasta que lo dominen (aunque los adultos preferiríamos que no fuera así)”.
El cerebro del niño está en pleno proceso del desarrollo. Por un lado cada pieza (cada área cerebral) tiene que formarse y desarrollarse. Es un proceso que requiere tiempo y ante el que sólo podemos hacer una cosa: paciencia. El cerebro humano es un órgano maravilloso, excepcional, pero como cada obra maestra necesita un proceso. Al final merece la pena.
Para complicar aún más las cosas, cada pieza (o cada área cerebral) no funciona de manera aislada, el funcionamiento cerebral es un trabajo en equipo masivo. Las áreas cerebrales trabajan de manera coordinada para captar la realidad, procesarla y darle sentido. Pero esta coordinación no “viene de serie”, las conexiones se han de ir formando, y la infancia es el periodo donde se ocurre la magia.
0 EXPECTATIVAS
“¿Cuándo va a empezar a cooperar más tu niño? No lo sé, pero su madurez depende de su temperamento, tu temperamento, el clima familiar, vuestra capacidad de divertiros y de saber decir “sí” también, y su carga genética general. Si todo va funcionando de manera normal, irás viendo un progreso constante en su habilidad de aceptar un “no” por respuesta, de ser más pacientes y de auto-regularse”.
Una cosa importante: los niños tienen que ser niños. De la misma manera que hacen esas cositas tan monas que nos sacan la lagrimilla, o dicen esas cosas tan graciosas que hacen que nos riamos a carcajadas, tienen momentos en los que lo que les digamos les va a entrar por una oreja y les va a salir por otra, y otros en los que no hay otra alternativa que no sea cogerse una rabieta. No esperemos grandes muestras de aceptación y obediencia por parte de nuestros niños. No es lo que toca.
Hay un consejo que suele funcionar muy bien una vez conseguimos interiorizarlo: no tomárselo de manera personal. No penséis que lo están haciendo para haceros rabiar, o para sacaros de vuestras casillas. Su comportamiento (sus rabietas, sus lloros, sus gritos…) son el “resultado” de un cerebro que está madurando, de una personalidad que está empezando a construirse y de la que, por el momento, solamente se han puesto los cimientos.
0 comments on “Radiografía de una rabieta”