¿Cuántas veces habéis jugado a juegos de memoria con vuestros hijos y os han ganado? Con esos mismos niños que no recuerdan muy bien lo que sucedió hace un par de días, o qué comieron ayer para cenar. Esto tiene que ver con los diferentes sistemas que forman la memoria y que no están desarrollados de la misma manera en niños y adultos.
Los sistemas de memoria
Hay tres tipos de memoria, o de “sistemas de memoria”, que se conocen como la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. Para este post voy a centrarme en la segunda de ellas, ya que es la responsable de las diferencias que se observan entre niños y adultos en los juegos de memoria.
La memoria a corto plazo o “working memory”, es muy limitada en su capacidad y también tiene una duración muy corta en el tiempo. Este tipo de memoria es la que utilizamos para lo que necesitamos hacer en cada instante, en ella guardamos una serie de instrucciones o de órdenes de lo que tenemos que ir haciendo. Esta memoria es la que nos permite ir planeando las acciones que vamos a ir haciendo. “Ahora voy a encender el ordenador, revisar el email, contestar los más importantes…”.
Esta memoria necesita tiempo para madurar y desarrollarse, y en los niños no funciona de la misma manera que en los adultos. Por eso a los pequeños se les olvida frecuentemente cuando les decimos que tienen que hacer algo, y más todavía si les damos instrucciones muy largas o muy complejas. También sucede en los adultos, cuando tenemos lo que se denominan los “working memory gaps” o fallos de memoria a corto plazo, y es cuando intentamos almacenar demasiados datos en ella y el sistema se satura.
Niños vs adultos
Diferentes autores y estudios han investigado el uso la memoria en los niños comparándola con la de los adultos. En uno de ellos, se planteó un juego con 20 cartas que estaban boca abajo y que los participantes tenían que ir levantando y buscando las parejas (seguro que os suena). Los resultados demostraron que los niños tenían mejores resultados que los adultos y que eran capaces de recordar mejor las posiciones de las cartas.
El cerebro de los adultos que está muy acostumbrado a confiar en la memoria a corto plazo, y por ello trata de memorizar las posiciones de estas cartas utilizando este tipo de memoria, pero es demasiada información para su capacidad y se necesita que también intervenga la memoria a largo plazo. En este caso se da una “interferencia” entre los dos sistemas de memoria, lo que provoca que se necesite de más tiempo y energía para consolidar la información.
El cerebro de los niños por su parte, “sabe” que la memoria a corto plazo de éstos está todavía en proceso de desarrollo, y por ello hace uso del sistema de memoria a largo plazo para tratar de recordar las posiciones de las cartas. En los niños no se da la interferencia que se da en los adultos, y por ello pueden recordar mejor las posiciones de las cartas y tienen mejor resultado que los adultos.
El cerebro humano es un órgano maravilloso y lleno de curiosidades, que cuenta con sistemas que funcionan en muchas ocasiones de manera que desafían a la lógica, haciendo por ejemplo que nuestros pequeños nos ganen en juegos de memoria. Conocer su manera de funcionar es conocernos a nosotros mismos, y en este blog os quiero acompañar en este camino de descubrimiento personal.
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