Sin embargo, como casi siempre, la realidad y la paternidad no se parecen demasiado a las películas. En el día a día, en el corre-corre de nuestras rutinas familiares, no hay tiempo para grandes discursos, para palabras que causen un impacto instantáneo e inmediato en nuestros niños. La realidad es otra.
UN LUNES CUALQUIERA
La realidad de nuestros días y de nuestras familias difiere mucho de aquello que nos imaginamos cuando nos estamos preparando para ser padres. Es lo normal, nunca antes lo hemos sido, no tenemos manera de saber como es. Menos ahora que vivimos en núcleos familiares cada vez más reducidos y en el que no tenemos contacto directo con otros familiares (como hermanos, primos o tíos) que estén atravesando el mismo momento vital que nosotros.
Como bien dice el psicólogo Daniel J. Siegel “No debemos compararnos con unos súper-padres. Sobre todo cuando tenemos la sensación de que una gran parte de nuestros días se pasan en modo de supervivencia total…. Si esto os suena familiar, tenemos buenas noticias para vosotros. Los momentos en los que estás tratando de sobrevivir son realmente oportunidades para ayudar a tus niños a alcanzar su potencial”.
- Aprovechar las pequeñas crisis diarias. la pelea cada día con su hermano a la hora de salir de casa para el cole, la batalla por ponerle el pijama por la noche o el disgusto que se lleva cada vez que le pones lentejas para comer. Todos éstos son momentos donde podemos aprovechar para trabajar con nuestros niños y hacerles reflexionar sobre su conducta, su forma de pensar y sentir y sobre como nos sentimos las personas de su alrededor. De esta manera, estos momentos se convierten en oportunidades para trabajar capacidades cognitivas avanzadas como son la empatía o la regulación emocional.
- Saber elegir tus batallas. Lo he dicho previamente en este blog, hay que saber evaluar y elegir las batallas que queremos librar en nuestros días. En algunas ocasiones no es necesario, ni tenemos las fuerzas que se requieren para inculcar valores a nuestros niños. No pasa nada. En estos casos en mejor no forzar la máquina, esperar al futuro en el que seguro que se presentará una nueva ocasión.
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