Hoy escribo por primera vez sobre un tema que creo que va a dar mucho de hablar. Temidas por padres, abuelos, profesores y educadores, las rabietas dan para escribir una enciclopedia sobre ellas. Hay una gran cantidad de profesionales clínicos que dedican su tiempo a entender mejor este fenómeno. Hay también infinidad de libros y guías destinadas a ofrecer a los padres consejos, tips o herramientas para poder afrontarlas de la mejor manera posible cuando aparecen.
RADIOGRAFÍA DE UNA RABIETA
- Aparecen sobre los dos años– es posible que puedan empezar a darse antes de edad, pero es en este momento cuando empiezan a volverse más frecuentes.
- No atienden a razones– cuando el niño entra en este momento de rabia intensa la parte de su cerebro que es responsable del razonamiento lógico se apaga. No tratéis de razonar o llegar a una solución lógica con los niños en estos momentos.
- Son el resultado del desarrollo cerebral– el cerebro del niño necesita mucho tiempo para madurar y desarrollarse. De hecho se considera que hasta los 20 años no terminan de consolidarse todas las estructuras. Es por ello que el niño a los dos años cuenta con unos recursos muy limitados y en muchas ocasiones no tiene otra “opción” que reaccionar de dicha manera.
NADA PERSONAL
Estas son algunas características más significativas de estas rabietas, pero hay muchos aspectos más que son importantes para este fenómeno. Para mi, uno de las mejores estrategias para gestionarlas es tratar de conocer y aprender lo más posible sobre ellas. Si somos capaces de entender la naturaleza y las razones detrás de las mismas estaremos más preparados para gestionarlas y adaptarnos a ellas de la mejor manera posible.
Una práctica importante que podemos intentar es repetirnos a nosotros mismos que los niños no lo están haciendo para “fastidiarnos” o para “llevarnos la contraria”, que estas rabietas no están dirigidas directamente a nosotros. En ese momento el niño está reaccionando guiado por su amígdala y por la parte del cerebro encargada de la respuesta de miedo y de estrés. El desarrollo neuronal del niño está todavía en pañales, y por ello las diferentes áreas que han de actuar de manera coordinada no lo hacen, y no permiten que el niño tenga una respuesta coherente y ordenada.
La próxima vez que vuestro hij@ tenga una reacción de este tipo, respirad profundo, contad hasta tres, poneros a su altura, miradles a los ojos y tratad de conectar con ellos y transmitirles que todo va a estar bien.
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