La Adaptación

La famosa “adaptación” a las guarderías y los centros educativos. Si tenéis hijos en edad pre-escolar seguro que habéis escuchado hablar de ella. Se trata de un protocolo que se ha instaurado en estos centros y que busca que la transición y los primeros días los niños en el contexto educativo sean lo más armoniosos y lo menos traumáticos posible.

Para ello se necesita la colaboración de los padres, que han de implicarse en el proceso desde el primer momento, dedicando su tiempo y energía a facilitar este paso tan importante que están a punto de dar sus pequeños.

Como bien explica Zuri en su canal de YumeToki, “el periodo de adaptación dura aproximadamente dos semanas, aunque depende de factores como la edad del niño, su personalidad, el grado de madurez, la sobreprotección familiar y sobretodo de la actitud de los padres”.

NO ES POR TI, ES POR MI

En este sentido, Djemila Grémaud, directora de una guardería, comenta en una entrevista a la web www.conmishijos.com “Solemos creer que el tiempo de adaptación de una o dos semanas que proponen las guarderías está concebido pensando en el niño. Pero no solo pensamos en él. Es un tiempo pensado también para los padres, así como para la persona que va a ocuparse del niño y velar por su integración. Ese trío necesita intercambios y establecer una relación de confianza para crear un ambiente tranquilizador en el que el niño encuentre su lugar”.

Y efectivamente, al igual que en la mayoría de los aspectos de nuestras familias, lo que afecta a nuestros niños nos afecta directamente a nosotros. El principio de los vasos comunicantes. Para nosotros como padres también va a ser un momento vital. Es el primer síntoma de que nuestros bebés se están haciendo mayores. Aquellas personitas que eran 100% dependientes de nosotros van a ir, paulatinamente, necesitándonos un poco menos . Es el momento de “dejar ir”, confiar en que nuestros pequeños van a estar bien aunque nosotros no estemos alrededor.

Como podéis imaginaros, no es un tema baladí, de hecho es uno de los momentos más importantes en los primeros años de vida de nuestros hijos. El niño va a pasar de estar 24 horas rodeado de de la seguridad y la comodidad de su casa y su familia, a pasar unas horas al día en un ambiente extraño para ellos (por lo menos al principio) con gente a la que no conoce.

Imaginaros una situación así para vosotros como adultos, sería un foco de estrés, de ansiedad, de agobio… Y eso que nosotros somos adultos, con nuestra mente y nuestro aparato psicológico bien desarrollado y con un montón de experiencias a nuestras espaldas en las que podemos apoyarnos. Para un niño se magnifica de manera exponencial.

NO ROMPAS MÁS MI POBRE CORAZÓN

En cierta medida es como su primera ruptura amorosa, pasar de una relación idílica con sus padres a un entorno desconocido con personas desconocidas, de ser la prioridad máxima y el centro de atención a ser uno más en un grupo de niños.

Con el fin de lograr que esta transición sea lo más “suave” posible, es importante que entendamos ciertos aspectos de nuestros niños:

• Todavía no entienden el tiempo de manera completa y compleja como lo hacemos los adultos. No entienden bien que “luego” vamos a venir a buscarles ¿Cuándo es luego? 
•  Los niños pequeños y los bebés se fijan y están muy atentos a nuestro lenguaje no verbal. A nuestro humor, a nuestras expresiones, a si estamos nerviosos o no… Intentar transmitirles seguridad y tranquilidad es clave para estos primeros días. ¿Y cómo se hace esto?
• Para poder transmitir confianza a nuestros pequeños debemos estar realmente seguros nosotros mismos. Si somos un manojo de nervios y tratamos de fingir seguridad, los niños se van a dar cuenta. Son expertos en captar las incroguencias entre el lenguaje verbal y el no verbal.
• Hablar de ello en casa, exponer vuestros miedos, vuestras dudas… La mejor manera para lograr una sensación positiva es ser sinceros tanto con nosotros mismos como con los demás. La comunicación y la sinceridad son claves para que las familias tengan la mejor adaptación posible.